Cuando decidí independizarme pasé el primer mes en mi piso con la sensación constante de estar fuera de lugar
Me sobraban habitaciones y se me hacía raro mirarme en el espejo del que ahora es mi cuarto de baño.
Las noches eran un poco inquietas. Desacostumbrada a los ruidos y a los horarios de los vecinos (y sin tener ni televisor ni ordenador) la media de veces que me levantaba sobresaltada a comprobar por la mirilla que no había ningún asesino-ladrón era de unas cuatro por noche.
Pensé cómo resolver el nivel de stress que me provocaba esa desubicación y tomé una "decisión con plazos" absurda donde las haya. Cogí el libro más extenso que tenía en mi biblioteca y decidí que la ansiedad pasaría cuando cerrara la última página.
Aquel libro es éste
Las noches se llenaron de explicaciones interminables sobre la flora y la fauna marina que me dejaban rendida en la cama y que consiguieron que , al acabar el siguiente mes, yo hubiera dormido todas las noches y el espejo del baño me reflejara a mí y no a mí en un baño de hotel.
Como hoy es Sant Jordi y los blogs se han llenado de listados de libros que cambiaron la vida de sus dueños, yo he decidido saltarme la temática a la torera y compartir uno de mis libros de transición.
Tal vez no es el mejor, tal vez no es mi preferido pero este será siempre y sin lugar a dudas uno de los míos.
Me ha parecido una entrada sencillamente maravillosa Guillermina.
ResponderEliminarMuack!
¡Ooh! Muchas gracias Amparo.
ResponderEliminarOtro besazo para ti
Muy estremecida por esta entrada. :)
ResponderEliminar