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lunes, 17 de marzo de 2014
miércoles, 12 de marzo de 2014
PINTAR SIN PARAR: MOJAR, EXTENDER Y VUELTA A EMPEZAR
Estoy pintando la entrada de casa...
Y eso es algo que nadie podrá negarme porque las agujetas me lo recuerdan día tras día como un cartel luminoso que te grita : " ¡Estás floja perraca!".
Esta soy yo con el rodillo en la mano pensando en por qué no empecé por pintar un cuadro (de los pequeñitos)
El tema es que comencé mi colorterapia con un ímpetu inusitado que se ha ido diluyendo mejor que la pintura al agua que compré y con una profunda reflexión acerca del color a elegir en la entrada del piso.
Para ello abrí mi tablero "CASA" del Pinterest y automáticamente me di cuenta de que no tengo criterio. En cuestión de colores soy fácil de convencer.
La entrada original pretendía ser algo de este estilo
Pero la realidad es que el color era un crema impreciso y la consistencia de la argamasa original se desintegraba al mínimo mini-martillazo provocando agujeros desde los que poder saludar al vecino. "¡Hola! ¡Estoy colgando cuadros! Por cierto, que bonito se ve vuestro baño desde aquí".
Así que una buena opción me pareció ésta:
Manenter el feo color inicial y echar mano de un pulso firme inexistente y dibujarme unos marcos a mano alzada.
Pero todo me sabía a poco porque el ansía ya había aparecido y me flipé pensando que tenía pulso suficiente para hacer rayas:
De las rayas pasé irremediablemente a la idea de los lunares
de ahí a las gotas de agua y de ellas a los triángulos
Y en un ataque artístico total a la geometría
Al final debo confesaros que la pared ha acabado pintada de BLANCO.
Un blanco maravilloso, limpio, brillante, ¡da una luz! ... y sobretodo me ha evitado llegar al fatídico final de acabar con una pared pintada a cachos